“Lo siento, por el momento no tengo disponibilidad para hacerme cargo de tu traducción.”
– Perito traductor.
Últimamente he tenido que rechazar algunos proyectos de traducción debido a que ya estoy totalmente ocupado con otros trabajos. Es difícil negar el servicio a un cliente o posible nuevo cliente. Para evitarlo, muchas veces me hago cargo de la negociación y servicio al cliente y busco algún colega que pueda ayudarme con la traducción. Sin embargo, no siempre considero que es viable hacerlo, ya que en ocasiones no tengo tiempo para revisar la traducción final o no estoy seguro de la capacidad o calidad del trabajo de mi colega, más aún cuando se trata de un campo no tan común o especializado.
No es que mis colegas no sean competentes, sino que al ser yo la persona que está dando la cara, es mi responsabilidad y prestigio lo que está en juego. Así como cuando las cosas salen bien y los clientes te felicitan y agradecen por tu dedicación y atención, también cuando hay algún error, o algo debe adaptarse de acuerdo a las necesidades del cliente, soy yo quien debe asumir la responsabilidad.
El delegar un trabajo no se trata solo de pasar un proyecto a otra persona, despreocuparme del todo y después solo cobrar. Existe una repartición de la ganancia entre la persona que delega y la que trabaja en la traducción. Delegar es hacerse responsable con el cliente y asegurarse de que el resultado final sea tan bueno como si lo hicieras tú mismo, o mejor.
Contar con ética profesional es fundamental en la oferta de un servicio. Si no puedes hacerte responsable es mejor ser sincero con el cliente y orientarlo para que por su cuenta pueda encontrar una solución a sus necesidades. ¿Y tú?, ¿has tenido que delegar tu trabajo o servicio? Te invito a que reflexiones en este tema y analices si de verdad asumes la responsabilidad que implica.